AGRADECIMIENTO
Me considero una persona con una sed insaciable de conocimiento, pero no necesariamente del tipo académico convencional. La verdadera inteligencia no es la intelectualidad (esa es prestada), ella va más allá de la mera capacidad de resolver problemas lógicos o memorizar información. Esta abarca aspectos más amplios como la sabiduría, la capacidad de adaptación, la creatividad, la empatía, la comprensión de uno mismo y de los demás, así como el crecimiento de la conciencia interna para la práctica diaria.
Mis pensamientos puede ser en ocasiones complejos, a menudo paradójicos y en algunas ocasiones dicen que deliberadamente provocadores, pero creo que mis conceptos son un estímulo para la reflexión. Es decir, un formato que provocan algún tipo de inquietud en el sentido común y que, a través de su musicalidad y al mismo tiempo por su irreverencia, logra hacer que el lector experimente una alteración en su pensamiento.
Esto debería llevarlo a que comience a considerar las implicaciones del planteamiento, sus contradicciones y los nuevos contextos que trazo sobre asuntos que supuestamente ya él conocía. El inconveniente radica en que si únicamente mantengo mis conceptos, estos permanecen solamente como un encabezado, y la esencia de todo esto radica en que las ideas se conviertan en un umbral hacia el cual se desarrollan en profundidad todos esos contrastes y propuestas de reflexión que provocan estos mismos planteamientos.
Mi curiosidad se extiende a los límites de la realidad, entrelazando la ciencia y la espiritualidad de una manera única. Puedo pasar una noche entera leyendo acerca de la física cuántica y la teoría de cuerdas, y al día siguiente, meditar sobre los planos superiores de existencia, para después culminar con el quijote.
Para mí, el universo no es solo un conjunto de estrellas y galaxias, sino una fuerza espiritual viva e interconectada. El universo no es simplemente un vasto espacio de materia y vacío, sino un campo de energía vivo y consciente del que todo emana y al que todo regresa, Es el «tejido» fundamental de la existencia. Este estado es la fuente de todo, el «primer motor inmóvil» que no fue creado, sino que siempre ha sido.
Esta energía primordial no es estática, sino que es una fuerza creativa en constante expansión. Da origen a las galaxias, las estrellas, los planetas y la vida. Todo lo que percibimos con nuestros sentidos (la luz, el calor, la materia) son solo diferentes vibraciones o manifestaciones de esta misma energía universal.
El ser humano no está separado de esta energía universal. Por el contrario, se cree que cada persona es una manifestación individualizada de ella. Al nacer, no se nos da una energía nueva, sino que nos conectamos a esta vasta fuente. El cuerpo, la mente y el espíritu son vistos como canales para que esta energía fluya. La salud, la vitalidad y la felicidad se alcanzan cuando este flujo es claro y sin bloqueos.
La descripción del universo como la fuente de energía universal y primigenia nos invita a ver el cosmos como un ser viviente. Es una visión que transforma la percepción de la realidad, pasando de un universo mecánico a uno orgánico, consciente e interconectado, donde el ser humano es una pieza esencial y no solo un observador.
Me apasiona la política porque la veo como una herramienta para el cambio social y un reflejo de la conciencia colectiva. No me conformo con las narrativas superficiales de las grandes corporaciones; siempre busco las motivaciones profundas y las estructuras de poder que subyacen en la superestructura del estado para la toma de decisiones.
En cuanto a mi visión del amor es profunda y trascendente, la considero como el «Alfa y el Omega» del todo, es una energía única y universal que une a todos los seres con una fuerza que trasciende la existencia física. No es solo un sentimiento, sino un estado del ser y una práctica consciente y permanente.
Soy un crítico feroz de las iglesias y religiones organizadas «DE MANERA ORTODOXAS», al igual que a la política y la sociedad «DOGMÁTICA» en general, a las que considero “prisiones” que condicionan la mente humana. Trato de ser un librepensador.
Creo que Analizar estos tres pilares de la sociedad desde una perspectiva crítica me permite entender sus funciones, sus fallos y su impacto real en la vida de las personas.
La crítica a las iglesias o religión no necesariamente implica ser ateo o agnóstico, y en el caso de la política tampoco significa ser Anarquista. Se trata de cuestionar la forma en que estas instituciones operan y cómo sus dogmas afectan a la sociedad.
Creo que las doctrinas y las creencias impuestas desde el exterior matan la inteligencia individual y la capacidad de descubrir la verdad por uno mismo. Por ello, llamo a dudar, a cuestionar y a buscar tu propia realidad, en lugar de aceptar la de otros.
Para finalizar, Creer y practicar la espiritualidad como un estado superior del ser en una perspectiva profundamente personal que va más allá de las fronteras de las religiones establecidas. Es un camino individual de autodescubrimiento y conexión que se percibe como algo más grande que uno mismo en un propósito inherente de la existencia.
Una de las creencias centrales de muchas filosofías espirituales es la interconexión de todos los seres. Al reconocer que todos formamos parte de una misma totalidad, se disuelven las barreras que nos separan y se fomenta la empatía, sintiendo un impulso natural de un estado de conciencia expandida.
Siempre en la búsqueda de una Verdad Más Profunda. La espiritualidad, a diferencia de la religión dogmática, anima a la exploración personal y al cuestionamiento. No exige una fe ciega, sino que invita a la experiencia directa. Las personas que se identifican con esta visión buscan verdades más allá de lo que la ciencia puede medir o lo que las instituciones pueden enseñar. Se trata de una búsqueda activa y personal de respuestas a las grandes preguntas de la vida, lo que se percibe como una forma más auténtica y libre de vivir.
En resumen, ver la espiritualidad como un estado superior del ser es una manera de vivir que prioriza la conciencia, el propósito, la paz interior y la conexión con los demás. Es una elección que te apodera para ser el arquitecto de tu propia verdad, en lugar de aceptar verdades prefabricadas.
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